15/5/10

7. Josefina (Josephine)

To Venus and Back (1999), Venus orbiting, track 7


No esta noche, Josefina
en la fuerza de un ejército, allí
yace el desenlace
desde aquí me persigues
junto al Sena, oh, tan hermoso
sólo para no ser de provecho –
imposible

Tan extraña, la victoria
1200 chapiteles,
el único sonido, Moscú ardiendo
vacío como las Tullerías (1)
Viena parece como un sueño,
sólo para no ser de provecho –
imposible

En el último extremo – avanzar
o no avanzar, te escucho reír
y todavía me estás llamando
no esta noche, no esta noche
Josefina

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(1) Se refiere al Palacio de las Tullerías, palacio real situado en el centro de París y que fue destruido por un incendio provocado en 1871, al llegar a su fin la Comuna de París.


María Josefina Rosa Tascher de la Pagerie (1763-1814), vizcondesa de Beauharnais, más conocida como Josefina Bonaparte, fue la primera esposa de Napoleón, con quien se casó en las Tullerías en 1796, así como la primera emperatriz del Primer Imperio Francés. De origen criollo, nacida en la Isla de la Martinica en las Antillas, su primer esposo había sido decapitado al final del Reinado del Terror durante la Revolución Francesa. A través de su nieto Napoleón III, de ella descienden directamente las actuales familias reales de Grecia, Suecia, Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein, Dinamarca, Mónaco y Noruega.

La unió a Napoléon un extraño amor, tempestuoso, inconstante e inolvidable, que no se extinguió ni siquiera después de su divorcio en 1810. Nos quedan numerosas cartas que él le enviaba mientras estaba lejos en campaña militar; de puño y letra de Josefina, en cambio, se conservan muy pocas. Copiamos aquí dos cartas enviadas a Josefina por uno de los hombres más poderosos de la historia, dos huellas de una vieja pasión que inspiró a Tori este tema.

Siete horas de la mañana, me despierto lleno de ti.
Tu retrato, el recuerdo de la embriagadora velada de ayer no dieron reposo a mis sentimientos. Dulce e incomparable Josefina, qué efecto haces sobre mi corazón. Si te enojas, si te veo triste, si estás inquieta, mi alma se quiebra de dolor y ya no hay paz para tu amigo.
Pues tampoco la hay cuando entregándome a los profundos sentimientos que me dominan, bebo en tus labios, en tu corazón, una llama que me abrasa.
Anoche, Josefina, ¡ah, fue por cierto anoche! me di cabalmente cuenta de que tu retrato no dice la verdad.
Partes al mediodía. Te veré dentro de tres horas. Entre tanto, mio dolce amor, recibe mil besos míos, pero no me los devuelvas, porque hacen arder mi sangre.
Napoleón
1795

Te escribo, mi buena amiga, muy frecuentemente, y tú poco. Eres mala y fea, muy fea, tanto como voluble. Es una perfidia engañar a un pobre marido, a un rendido amante. ¿Debe él perder su derecho por estar lejos, cargado de trabajos, de fatigas y de pena? Sin Josefina, sin la seguridad de su amor, ¿qué le resta en el mundo? ¿Qué hará?
Tuvimos ayer una acción muy sangrienta; el enemigo tuvo muchas bajas y fue completamente batido.
Tomamos el arrabal de Mantua.
Adiós, adorable Josefina; una de estas noches las puertas se abrirán con estrépito; como un loco me arrojaré en tus brazos. Mil amorosos besos.
Napoleón
1796

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